En los últimos días no paro de pensar en lo curioso que me perece que el primer suceso que afecta de manera absolutamente global este planeta en el siglo XXI sea un virus biológico y no uno de los que pululan por las redes. Siempre decimos que vivimos en un mundo global donde todos estamos conectados por Internet. Sin embargo, el virus que se está expandiendo por todo el mundo es gracias al contacto físico entre seres humanos. En muy poco tiempo ya campa a sus anchas por todo el globo terráqueo. Ese globo que podéis ver en la imagen de este post, la primera imagen que se tomo de toda la tierra en el año 1968 por la tripulación del Apolo 8 a 30.000 kms de distancia.
Si cogemos una página en blanco y en la primera línea ponemos el nombre del señor de Wuhan que en noviembre en un mercado de animales exóticos compró un murciélago y se lo comió, en la segunda línea a aquellos que infecto y así sucesivamente, en la línea 22 ya tendríamos el nombre de todos los habitantes del mundo. Solo hay que usar la formula matemática de la suma de los primeros términos de una progresión geométrica de razón 3.
Y todo esto en un tiempo muy corto de muy poquitos meses. Estoy sería imposible en cualquier otra época del mundo. Hasta hace muy poco la mayoría de los seres humanos nacían, vivían y morían a muy escasa distancia. Los viajes intercontinentales eran de mucho tiempo y, lo que es más importante, la mayoría de las personas no tenían medios para viajar. Hoy día. Lo de los medios para viajar sigue siendo cierto, ya que el virus está tardando mucho más en llegar a aquellos países con una renta per capita muy baja como Burkina Faso, Sierra Leona o Ghana.
Es un increíble efecto mariposa. Esto debería de servir para que nos planteásemos que nuestros actos cotidianos no son poco significativos. Nuestros comportamientos pueden tener consecuencias que afecten a toda la humanidad. Esto no es solo válido para que se expanda lo negativo sino también, y sobre todo, para lo positivo.
Si el próximo día que podamos salir a la calle sonreímos a las primeras 10 personas que nos encontremos con que solo la mitad de ellos se sientan mejor con eso y los devuelvan a otros, en muy pocas líneas conseguiremos alegrar la viada a todo el mudo.
Si nuestra alma se puede sentir en la energía que desprendemos a los que tenemos cerca, ahora ya sabemos que un poquito de nosotros puede acabar repartido por todos los rincones del mundo. Posiblemente lo hemos intuido siempre, ahora tenemos la certeza.
Hay muchos tipos de virus, el de la empatía como en la película Código 46, el de la bondad, la comprensión, la lealtad, la alegría, la solidaridad, la filantropía, el conocimiento, la tolerancia, el amor, la amistad…
Ahora somos más grandes en un mundo que cada día se nos hace más pequeño.