Para pasar el tiempo del #yomequedoencasa coronavírico que mejor que sacar una foto desde el balcón y contar algo sobre lo que vemos. Aquí va mi aportación, que además os incluye al final, una valoración personal político-económica.
Desde mi balcón se ve esta pequeña plaza. Es la Plaza del Doctor Lozano en el Barrio de Doña Carlota en el madrileño distrito del Puente de Vallecas. Muchas casas os pude contar esta plaza ya que aquí es mucho lo que ocurrido.

En el último tercio del siglo XIX empezaron a llenarse estos arrabales de Madrid (que entonces pertenecían a la Villa de Vallecas) en la ribera del Arroyo Abroñigal. Este arroyo tenía entonces mucho cauce y ya nos habla de él Don Benito Pérez Galdós. Por aquí paseo Casiana (episodios nacionales 46, Cánovas), aunque como veréis también lo hacia por otros muchos sitios de Madrid:
Los cuidados y mimos de Casiana y las gracias de Segis me aliviaron un tanto a la entrada de verano. Llevábanme a dar largos paseos por las afueras, y alejándome del caserío de la Villa y Corte notaba yo en mis nervios efecto sedante. Un día nos íbamos por el Abroñigal, otros por Bellas Vistas, Amaniel y Arroyo de San Bernardino, o bien Manzanares arriba hasta cerca de El Pardo, o Manzanares abajo más allá del Canal.
Aquí se junto gente de muy diverso pelaje. Al hacerse Madrid cada vez más grande en las zonas como las riberas del Manzanares, la montaña de Principe Pío o el Arroyo del Abroñigal se juntaba toda la mala vida de la capital, todos lo que delinquían y aquellos que no podían acceder a vivir en la ciudad.

Por otro, el auge de la estación de Atocha hizo que muchos de los trabajadores del ferrocarril de entonces fueran a vivir por esta zona. En 1925, muy cerca de aquí, pero ya en el distrito de lo que hoy es Moratalaz, se hizo la Colonia Hogar del Ferroviario, que todavía podemos ver.
Por aquí había minas y cerámicas. El primer tranvía de Madrid paso muy cerca de aquí. Iba desde pacífico a las cerámicas de la zona que duraron hasta cerca de los años 60. En el que hoy es el Parque del Cerro del Tío Pío y sobre donde está hoy día la Colonia de los Taxistas estuvo la última. Como recuerdo de ello queda el nombre del Polígono de la Cerámica que es pequeño polígono industrial de este barrio.
Vamos ahora a explicaros el origen del nombre del barrio y de la plaza. Doña Carlota, que en realidad era una sevillana que se llamaba Carlota Megía, se caso con un tipo muy importante, abogado, que se llamaba Eduardo García-Goyena y García. Este señor heredó unas tierras por esta zona que probablemente provendrían de las subastas del Hospital de Nuestra Señora de la Concepción en 1807. Este señor era empresario del ferrocarril y tenía una fábrica de ladrillos. Como ya os he contado aquí habría cerámicas.
En cuanto al Doctor Lozano os he de contar que fue el médico que introdujo los Rayos X en España. Su nombre es Eduardo Lozano y Ponce de León. También por motivos de herencia este buen señor vivió por estos lares. Fue un filántropo que trajo mucho bien a la zona. En 1916 creó la Sociedad Benéfica Carloteña con escuelas para niños.
La plaza, tal y como es ahora, se conforma a finales de los años 50 y principios de los 60. En 1979 es cuando se reforma y queda tal y como la veis en la foto. En la foto, la final, podéis ver el Mercado Municipal de Doña Carlota. Este Mercado Municipal se construyó a principios de los años 60 y durante años, hasta que se construyó el de Moratalaz en los 70, abastecía tanto a esta zona de Vallecas como al incipiente barrio de Moratalaz. Para ello se disponía de unos autobuses que diariamente venían desde Moratalaz hasta el mercado.

Esta plaza tuvo mucho auge hasta mediados de los años 80. Había miles de niños, como yo entonces, que jugábamos a todo lo imaginable: Futbol, canicas, pídola, dólar, churro, escondite inglés, cambiábamos cromos, hacíamos la Vuelta y el Tour con las chapas en los bordillos de las aceras de la plaza. Se podrían escribir varios libros con todo lo que se nos ocurría para jugar en grupo. Nos pasábamos el día jugando y teníamos unas enormes pandillas, tanto cuanto éramos niños y también cuando íbamos al instituto.
En este barrio obrero de emigrantes de todas las comunidades de España pasaron muchas cosas en la época de la transición. La cercana Parroquia Dulce Nombre de María también fue muy activa con el movimiento obrero durante esa época, así como lo jóvenes estudiantes de la cercana Ciudad de los Muchachos. El 15 de diciembre de 1976 se celebraba el referéndum para la Reforma Política en donde se preguntaba a todos los españoles ¿Aprueba el Proyecto de Ley para la Reforma Política?. Esto marcaría el comienzo de lo que sería la transición. A estas elecciones acudieron el 77,8% de los electores y el 94,17% dijeron que sí. Sin embargo, no todos serían alegrías en aquellas épocas. Muchos jóvenes se manifestaban en la calle y eran reprimidos salvajemente por la policía todavía franquista. Una de esas manifestaciones se produjo el mismo día de esas elecciones. Entre estos jóvenes estaba el hijo de los vecinos de mis padres, Ángel y Tomasa. Ángel Almazán Luna a sus 18 años se convirtió en el primer muerto de la democracia y, tristemente, hoy olvidado. Estos asesinatos pasaron impunes, con la connivencia de todos o casi todos, para dar prioridad a una transición que tantas veces se cacarea como pacífica. No fue así para todos y no estaría demás hacer una revisión más crítica de aquellos años. Mis vecinos, que no tuvieron ni respuestas ni ayuda, estuvieron tristemente afectados hasta el día de su muerte, sin que nadie pudiera aliviar el dolor de un acto atroz y absurdo como es matar a un crio a golpes en una manifestación a mano de unos criminales que imponían su ley a mamporros.
Volviendo a nuestra plaza, tras los años 80, la decadencia llegó a este barrio. El incesante crecimiento de las grandes superficies comerciales como el Alcampo de Vallecas o de Moratalaz acabaron con él. Los autobuses, otrora cargado de mamas de muchachada de la generación X (nacidos entre 1965 y 1979),. ya no venían más.
Las numerosas tiendas que había en el barrio fueron poco a poco cerrando y llenándose de tiendas de todo a cien y las llamadas tiendas de chinos. La Pastelería Blanco de Peña Prieta donde comprábamos pasteles casi todos los domingos llegó a su fin. Los niños se fueron haciendo mayores y abandonando poco a poco esta plaza. Aquí solo quedaron los abuelos como de si la canción Pueblo Blanco de Serrat se tratara.
Con la llegada del siglo XXI las cosas fueron poco a poco cambiando de nuevo. Una nueva ola migratoria llenaría estas casas. En esta ocasión serían provenientes de países del este y de sudamérica. Una emigación muy distinta a la que vino en oleada en los años 60 proveniente de todos los rincones de España. Ahora otras culturas vendrían a convivir con nosotros. Muy bien acogidos en los multiracial pero con algún que otro conflicto en lo multicultural.
A partir de las crisis de 2008 también se ha producido un nuevo cambio. Muchos de los que antaño nos fuimos hemos vuelto para minimizar los gastos. Aquí viven nuestros padres, y como además, ya tienen una edad muy avanzada, hay que cuidarlos. Yo he vuelto a el que antaño fue el piso que compraron mis padres para mis abuelos. Aquí, desde donde os he sacado la foto, es donde estoy ahora y es el barrio de toda mi vida.
La vida continúa y con ello las transformaciones de la vida en esta plaza. En 2015 el Mercado de Doña Carlota, como otros tantos de Madrid, se reinventa y renace de sus cenizas tras una profunda remodelación. En su planta de arriba se deja espacio para un supermercado y en su planta de abajo continúan los puestos tradicionales y las zonas comunes. Aquí aparecen nuevas iniciativas como una biblioteca, baile social y otras muchas cosas que dan un nuevo aire a este castizo barrio.
Dos cosas os quiero recordar además de esta plaza. El Mercado de Doña Carlota es el que usó Pedro Almodóvar para rodar Volver. Es en uno de sus puestos de fruta en donde vemos a Penélope Cruz comprando y en la ferretería es donde compra el material necesario para deshacerse de su finado marido.
En la plaza está la famosísima tienda de Motos Cortés, concesionaria de Yamaha, y tan frecuentada antaño por grandes campeones como Angel Nieto.
Y una reflexión final
Ahora en 2020 nos llega esta pandemia del dichoso coronavirús, que aunque creo que superaremos rápido a nivel sanitario, tardaremos mucho en superar a nivel económico. Como yo, miles de personas, vamos a pasarlo realmente mal. Gran parte de los autónomos del país nos quedaremos en breve, en cuanto gastemos lo poco que tenemos para pasar el mes, con una mano atrás y otra delante. El absurdo absoluto de pagar unas cuotas imposible seguirá, independientemente de que nos retrasen el pago de las cuotas, hay que dar una solución a este “monumento a la estupidez humana”. Es evidente que no se puede pagar unas cuotas de tal calibre si no se factura lo suficiente. Por otro lado el no asumir políticamente esto es expulsar de una manera directa a todo aquel que no pude hacer frente a la cuota a la economía sumergida ¿No es absolutamente ridículo?
Espero que, a los bancos a los que salvamos de manera injustificada y absurda en el año 2008, en esta ocasión tengan la dignidad de paralizar las hipotecas y prestamos durante un tiempo, que la gran empresa e intermediarios financieros hagan lo mismo y también colaboren, siendo flexibles con los cargos a la pequeña y mediana empresa.
Han tardado milisegundos algunas grandes empresas en anunciar ERES para así sanear sus negocios y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid conseguir que les paguemos todos los españoles sus indemnizaciones.
Tenemos que acallar la boca de todos aquellos listillos que ya están hablando de meter dinero a raudales en los mercados financieros. La crisis del año 2008 corrió a cargo de todos e insuflamos dinero para mantener los activos de unos pocos carroñeros que se hacen llamar grandes empresarios.
Esto es un problema europeo y mundial. Hay dos opciones, en la primera os pongo el escenario de poner mucho dinero en circulación para salvar el pequeño consumo y la clase trabajadora, y priorizar el trabajo. Esto devaluaría los activos de la gran empresa y también el chalet de Pablo e Irene. Frente a esta opción se alzarán muchas voces poderosas que querrán salvar su chiringuito. No podemos consentirlo.
En la otra opción está lo de siempre: Poner dinero a costa de la clase trabajadora para salvar la banca y mercados financieros. La justificación de esta opción siempre se basa en mantener el valor del euro frente al dólar al yen, importaciones, exportaciones y demás.
En esta ocasión la pandemia es mundial. Esto no vale. No tendría sentido. Esperemos que la sensatez impere y que prevalezca la opción del trabajo como valor de futuro frente al mantenimiento del valor de los activos de aquellos que lo poseen casi todo. Si queremos ver algo de positividad en todo esto es la que tenemos todos los ciudadanos de poder obligar a empezar a dar la vuelta a la tortilla.
Sin más, y esperando que os haya gustado, aquí termina la historia de lo que veo desde mi balcón.