Quedarse sin dinero en Madrid y tener que ir a buscarlo a un cajero próximo es, a veces, una amarga experiencia. No solo por los sablazos que te meten esos señores que ostentan el poder absoluto sobre nosotros sino también por la dificultad de encontrar cajeros capaces de “escupir” algo de dinero. Es especialmente cierto en fin de semana, Sábado a última hora o Domingo, durante todo el día, ya que a partir de cierto instante el cajero ha sido completamente vampirizado y, generalmente, vandalizado.
El otro día a la hora de comer en la Cava Baja me ocurrió este amargo suceso y, como es natural, me acerque al cajero más cercano de la entidad de las que dispongo tarjeta: Bankia.
Quisiera hacer notar que he dicho disponibilidad frente a titularidad. Me enorgullezco enormemente de no ser titular de ninguna tarjeta bancaria y de no tener ninguna cuenta a mi nombre. Por supuesto jamás elegiría Bankia para tener una cuenta y, solo, la extrema necesidad, hace que en mi bolsillo lleve un plástico de esa patética entidad vómito-financiera.
Volviendo al tema de la búsqueda de pecunia, la sucursal más cercana es, desde el punto que me encontraba la que se encuentra en Puerta Cerrada. Como era de esperar y a pesar de que esta sucursal dispone de dos cajeros ambos eran tan incompetentes para insuflarme dinero como lo es el Sr. Rajoy para conseguir que la banca lo insufle a la pequeña y mediana empresa española y, por consiguiente, generar algo de empleo.
Afortunadamente y, gracias a Google Maps y al Tom Tom, cuentan con un algoritmo que te indica los cajeros más cercanos. Me encaminé a la Calle del Monasterio nº 7, que aparte de estar muy cerca de donde estaba es, sin lugar a dudas, una de las calles más bonitas de esta ciudad.
Bueno, pues en primera instancia, era imposible de encontrar. Desde luego en la misma calle no estaba. En una de las innumerables idas y venidas ví, desde la esquina de la Calle del Rollo con la Calle Sacramento la sucursal de Bankia. Me encaminé hasta ella y, mira tú por dónde, no se podía acceder, una verja con una puerta impedía su entrada. Se vislumbraba detrás de la verja unas escaleras y algo que parecía una plaza hacia la derecha. Parecía por tanto que desde el otro lado de la manzana, por la Calle Sacramento, se pudiese entrar. No, también estaba impedido el acceso por una verja.
Bueno, me fui amargado, hacia otro cajero, maldiciendo a los programadores de Bankia. La georeferenciación y posicionamiento en el espacio había sido perfecto gracias a Google y a los algoritmos de teoría de grafos para el cálculo del camino óptimo diseñados en los 50 y 60 del siglo pasado pero, su ubicación en el tiempo, había sido un fiasco. Y eso, que esto último era lo más fácil.
Sin embargo, me quedé con las ganas de investigar que era esa plazita a la que se accedía desde la Calle del Royo y desde la Calle Sacramento. Por eso volví en día laboral para que las verjas estuvieran abiertas. Aparte de los bloques de particulares y de Bankia están accesos a la Agencia Tributaria de Madrid y al Tribunal Económico Administrativo.
En definitiva se llega a una preciosa placita con unos bonitos jardines y una fuente que son los que podéis contemplar a continuación junto con el entorno de la Calle del Rollo. La calle del Rollo es una calle bastante particular. Sale de la Calle Sacramento y acaba en la Plaza de la Cruz Verde, es peatonal, con escalinata y, cuando paseas por ella, te olvidas completamente de que estas en Madrid aunque estemos en todo su corazón al lado de la Calle Mayor y la Plaza de la Villa.
Al final tuve que sacar dinero en la Plaza de Celenque, es decir, en el quinto coño…